
"Ese modelo propone que los cometas son residuos de la formación de planetas de nuestro propio sistema solar y que nuestros planetas fueron los responsables de impulsarlos gravitacionalmente hacia enormes distancias, poblando así la nube. Sin embargo, creemos que este tipo de escenario ocurrió en todos los sistemas solares antes de que el cúmulo de origen se dispersara".
De otra forma, dice Levison, los números no se corresponden con las observaciones.
"El modelo estándar de ningún modo puede producir la cantidad de cometas que vemos [cayendo desde la nube de Oort]. Las estrellas hermanas del Sol tienen que haber contribuido con algunos cometas para la mezcla".
Los cometas de la nube de Oort miden generalmente alrededor de 2 ó 3 kilómetros (1 ó 2 millas), y están tan lejos que estimar su cantidad no es una tarea fácil. Pero Levison y su equipo dicen que, basándose en las observaciones, debería haber alrededor de

¿Podría este cometa, ahora una super–estrella
Él menciona la órbitas cometarias como evidencia.
"Estos cometas se encuentran en órbitas muy peculiares —órbitas altamente excéntricas, de período largo, que los llevan muy lejos de nuestro Sol, a regiones remotas del
espacio. De modo que no pudieron haberse formado en órbita alrededor del Sol. Tienen que haberse originado cerca de otras estrellas y haber sido secuestrados y transportados hasta aquí".
Esto quiere decir que los cometas nos pueden decir mucho no solamente sobre la historia temprana del Sol, sino también sobre la historia de otras estrellas.
"Podemos estudiar las órbitas de los cometas y poner su química en el contexto de dónde y alrededor de qué estrella se formaron. Es intrigante pensar que algunas de las cosas que tenemos
provienen de otras estrellas. Somos 'parientes'".