Julio de 2015: La enfermedad de Alzheimer es un
problema mundial. En Estados Unidos solamente, más de 5 millones de
personas tienen la enfermedad y se realiza un nuevo diagnóstico cada 67
segundos; estos son números que representan apenas una fracción de los
totales en todo el mundo. Entre los investigadores médicos, la
enfermedad de Alzheimer es una prioridad absoluta.
Los investigadores que trabajan con astronautas en la Estación
Espacial Internacional, o EEI, por su sigla en idioma español
(International Space Station o ISS, por su sigla en idioma inglés),
están embarcándose en una misión destinada a descubrir el origen del
Alzheimer. A pesar de que los detalles todavía no están claros, los
investigadores creen que la enfermedad de Alzheimer y otras enfermedades
similares avanzan cuando ciertas proteínas se juntan en el cerebro y
forman largas fibras que se acumulan y, finalmente, estrangulan a las
neuronas del cerebro.
La clave para desentrañar la misteriosa causa de la enfermedad de
Alzheimer quizás no resida en los recovecos del cerebro humano, sino en
la expansión ingrávida del espacio.
“Se parecen al lodo en el cárter, pero en el cuerpo humano,”
explica Dan Woodard, del Centro Espacial Kennedy (Kennedy Space Center,
en idioma inglés), de la NASA. “Las fibras no están activas, así que
andarán por allí por siempre porque el cuerpo no tiene manera de
deshacerse de ellas”.
Estas fibras tardan décadas en formarse y acumularse; de allí el
vínculo entre la enfermedad de Alzheimer y el envejecimiento. En los
laboratorios de la Tierra, los investigadores han descubierto cómo hacer
para que las fibras de proteínas se acumulen más rápidamente; de este
modo, pueden estudiar el proceso sin tener que esperar tanto tiempo. En
la estación espacial, las fibras acumuladas no colapsan bajo su propio
peso, lo que hace que la estación sea un lugar aún mejor para
estudiarlas.
Un cubo de cuatro pulgadas que contenía el experimento, el cual
fue seleccionado en un concurso de investigación sobre la EEI por Space
Florida and Nanoracks, y construido en el Instituto de Tecnología de
Florida (Florida Institute of Technology, en idioma inglés), despegó
hacia la Estación Espacial Internacional a bordo de una misión de
reabastecimiento denominada SpaceX-5, el 10 de enero. El experimento en
sí, llamado SABOL (Self-Assembly in Biology and the Origin of Life: A
Study into Alzheimer's, en idioma inglés), será completamente
automatizado.
Sin embargo, las observaciones que se realizaron mediante este
experimento, por sí solas, no llevarán directamente al descubrimiento de
una cura. El SABOL está orientado más hacia el entendimiento de la
manera en la cual progresa la enfermedad de Alzheimer, y no hacia la
creación de un medicamento que prevenga su aparición. A pesar de que
este experimento es solo el primero en lo que seguramente será una serie
de investigaciones, Woodard es optimista y espera que pueda ser una
experiencia de aprendizaje extremadamente valiosa.
“Todos quieren una cura, pero sin saber la verdadera causa de la
enfermedad, básicamente es como estar disparando en medio de la
oscuridad. No comprendemos el verdadero mecanismo de la enfermedad. Si
tenemos suerte, descubriremos si las proteínas se juntan en el espacio.
Únicamente bajo la falta de gravedad se puede producir un ambiente libre
de convección; de modo que es posible ver si se forman por sus propios
medios. Esperamos ir aprendiendo a partir de esto”.
Finalmente, los proyectos como el SABOL podrían llevar al
descubrimiento de un método para desacelerar la velocidad de crecimiento
de las fibras dañinas, abriendo en consecuencia una ventana para hallar
una cura. Los resultados del experimento se verán después de que las
muestras regresen a la Tierra y sean examinadas bajo un microscopio de
fuerza atómica. Woodard especula que la causa de la enfermedad de
Alzheimer podría sorprendernos si es decepcionantemente simple.
Asimismo, Woodard afirma: “Tiene que haber químicos o procesos que
obstaculizan o fomentan el crecimiento de las fibras de proteínas.
Quizás sea algo tan simple como la temperatura o la concentración de la
sal del líquido del cerebro”.
Extraño pero cierto: La clave para desentrañar la misteriosa causa
de la enfermedad de Alzheimer quizás no resida en los recovecos del
cerebro humano, sino en la expansión ingrávida del espacio. Si la
respuesta finalmente se encuentra, bien podría surgir de la
microgravedad de la órbita de la Tierra. El experimento comienza pronto.